El tiempo es como una persona. Hay que respetarlo y saber valorarlo. Cada persona necesita su tiempo y hay tiempos que piden la presencia de otras personas.
Tanto si lo utilizas como si no, se gasta y te desgasta. Aunque nunca puedas verlo, te acompañará a cualquier lugar. Para unos siempre hay poco, mientras que otros tienen en abundancia. No entiende de clases, ni economia y nadie es inmune a él, pues el tiempo no discrimina.
Es habitual escuchar a las personas quejarse:
“Si algo me sobra a mí es tiempo”.
«No tengo tiempo para nada”
“Nunca tiene tiempo para mí”,
“Si no saca tiempo para verme es porque no me quiere”.
A veces hablamos del tiempo de los demás como si nos perteneciese. Usamos nuestra propia mirada y criterio para estimar que cantidad de vueltas de nuestro reloj nos pertenecen, incluso si ese reloj se encuentra en la mano del otro.
Cada uno es dueño de su propio RELOJ y decide cómo quiere bailar al son del tic tac de las manillas.
Hay quienes se quejan mucho de aquello que no se les da y agradecen poco lo que se les ofrece. Es importante disfrutar y agradecer el tiempo que otros invierten en nosotros, así como los demás tendrían que valorar el tiempo que nosotros invertimos en ellos.
Es mejor agradecer y disfrutar del tiempo que te ofrecen que lamentarse y reprochar por aquel que no te dan.

Viviendo extraordinariamente..